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Rebeca García, la doctora que acumula denuncias en media España, abre clínica en Madrid en un chalé de lujo | Noticias de Madrid


La doctora Rebeca García recibe en su nueva consulta de la exclusiva urbanización privada Monte Alina de Pozuelo de Alarcón (Madrid), un chalet con un amplio jardín con jardinero y con patos en su pequeña laguna. Un camino adoquinado conduce a la entrada de la casa de dos plantas, paredes encaladas y tejado de pizarra. Una joven asiática abre la puerta e invita a pasar a un amplio recibidor de interiores reformados, desde el que pueden verse varias salas y salones con sofás y una escalera. Todo huele intensamente a palo de santo, suena música ambiente de ascensor y, sobre mesas y repisas, hay grandes botes de cristal llenos de pequeños envases con etiquetas de hormonas: “Testosterona”, “Estrógenos..”.

Las letras LIFE (vida en inglés) cuelgan de la pared junto a grandes cuadros variopintos y alguna figura de buda. Nada hace sospechar al paciente que esa mujer, licenciada en Medicina por la Universidad de Granada, colegiada en Madrid (según confirma el Colegio de Médicos), “especializada en el sistema digestivo” y “pionera en tratamientos de optimización hormonal” (según su web), acumula denuncias en media España por haber dejado balones gástricos sin retirar, haber cobrado tratamientos de miles y decenas de miles de euros que no ha realizado, o haber implantado pellets de testosterona que han llevado a la UCI a algunos de sus pacientes.

“Si no te contesto es porque estoy poniendo hormonas a alguien para mejorarle la vida, haciendo deporte o dirigiendo la empresa, ten paciencia que te responderé y añade vida a los años”, reza la respuesta automática del WhatsApp de Rebeca García, que no contestó a las llamadas de este periódico en ninguno de los teléfonos que les facilita a sus pacientes.

En la Policía Nacional, aunque no le constan antecedentes penales, la tienen fichada “por la gran cantidad de denuncias y reclamaciones que acumula”, aunque están “esperando a que se resuelvan las demandas judiciales que tiene pendientes” para intervenir si fuese necesario, aseguran fuentes policiales. En la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) constan 42 reclamaciones y consultas contra su red de Clínicas Doctor Life, que cerró escalonadamente hace un año (Granada, Sevilla, Valencia, Madrid, Bilbao…). Ahora, la doctora ha abierto de nuevo sede en Madrid, con el nombre tuneado: Clínicas Life (ha desaparecido el “doctor”), aunque los folletos que distribuye dentro de su consulta y su propia tarjeta de visita siguen manteniendo el nombre de su anterior negocio.

“Tratamiento financiado y no realizado”, “extracción de balón gástrico sin realizar”, “estafa supuesta manga gástrica”, “reclamación por cierre de la clínica y abandono de paciente”… son algunos de los títulos de las denuncias recogidas por la OCU. Pero también hay páginas webs solo de “afectados”, como un grupo de Facebook de 244 personas, o una de la asociación de consumidores Facua, que advierte: “Estamos recibiendo numerosas consultas de afectados de varias provincias que se han quedado con tratamientos sin finalizar, con citas pospuestas de forma indefinida y con el propio cierre de los centros”.

“Rebeca García no ha estafado a nadie, ella es trabajadora como yo ahora mismo, trabaja como médico en una empresa de otra persona”, responde más tarde alguien por el WhastApp de uno de sus números de teléfono. “Doctor Life tuvo problemas porque varios de sus franquiciados hicieron un cambio de nombre de forma unilateral de un día a otro (a “Clínicas Doha”) y dejaron tirada a toda la gente”. Sin embargo, los pacientes eran tratados por profesionales (médicos y enfermeros) que decían consultar a la doctora Rebecca García y posteriormente les facilitaban recetas firmadas por ella (con el sello de Doctor Life) o les trasladaban sus instrucciones.

Algunos empleados de la doctora que han accedido a hablar con este periódico manteniendo su anonimato, certifican que “engañaba a todo el mundo” y “no pagaba las nóminas”. Una empleada recuerda que les “obligaba a dar la cara por ella con los pacientes y a montar quirófanos, en los que nunca llegaban a operar”, y dice que salió corriendo pero no la denunció para que no la vinculen nunca profesionalmente con ella ni con su empresa. Otra asegura tener abierto un proceso judicial que le impide hablar. Y una tercera comenta que “todo fue mal con ella”, pero no quiere hablar más porque no quiere problemas.

Desde un “número oculto” llama una persona que dice ser “el abogado de Rebeca García” y advierte: “Tomaremos medidas legales si usted no publica la verdad”. En la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid constan al menos dos clínicas a su nombre en Madrid, una en la Calle Velázquez 96 (en cuya web sigue siendo Doctor Life), y otra la nueva de la urbanización Monte Alina 20 de Pozuelo, donde es “clínicas Life”.

“Tenemos una veintena de expedientes de reclamación contra esa empresa en nuestra asociación. Los afectados son, en su mayoría, de provincias andaluzas (Granada, Sevilla, Jaén, Málaga y Huelva). También hay un par de casos de Madrid y uno de Comunidad Valenciana”, señala Facua. “En cuanto a las fechas de las reclamaciones, la primera es de finales de 2023 y la última de febrero de 2025″, puntualiza.

Tras 10 minutos en la sala de espera de su consulta en el chalé, la doctora —que en sus entrevistas a la prensa presume de haber alargado muchos penes y que es muy prolífica en la publicación de vídeos en su cuenta de Instagram—, se presenta con puntiagudas botas de Chanel de lazo al tobillo y falda de tubo con amplia raja que deja ver los grandes tatuajes de su pierna. Aparece con mucho maquillaje (sus cejas están pintadas) y con una escueta camisa blanca de manga corta sobre su atuendo, que también deja visibles los tatuajes de su brazo.

“Pezones como cántaros”

Se sienta en el sofá junto a la paciente, despliega un pequeño iPad sobre sus piernas y dice con una voz grave: “Bueno, pues cuéntame”. Apenas pregunta cuatro cosas (edad, última regla, peso, sensación vital…), y se centra en la “líbido” y las relaciones sexuales…

Le dice a la paciente que, con su “tratamiento hormonal de fondo” y “dos sesiones de sueroterapia de regalo”, volverá a estar delgada, enseguida se sentirá “como a los 30 años en menos de tres meses”, recuperará las mejores sensaciones de su pasado, volverá a “mojar las braguitas”, su piel mejorará y notará las “pechos turgentes”, mucha “más sensibilidad en los pezones, que se ponen como cántaros”. “El mundo te va a cambiar, vas a estar más feliz”, concluye. Las expresiones de la doctora resultan sorprendentes. “Las hormonas son muy poderosas, son las que nos gobiernan”, sentencia.

Una de las antiguas sedes de las Clínicas de Doctor Life.

Esa consulta, concertada en su grupo de WhatsApp y pagada por adelantado por transferencia bancaria, cuesta 100 euros. Si luego se desea el tratamiento hormonal anual, de 1.400 euros, también se paga por adelantado. “Incluye todo: las dos inyecciones subcutáneas del pellet hormonal, una cada seis meses; la analítica previa, los seguimientos y controles (siempre conmigo), y las recetas de cualquier cosa que puedas necesitar, también al margen del tratamiento”, dice Rebeca García. La consulta dura media hora y, antes de despedirse, la doctora le realiza un “InBody” (análisis de composición corporal) a la paciente, que solo tiene que descalzarse y subirse a un aparato. “Todo es mejorable”, concluye.

Barba, bigote, palpitaciones…

Rosa González, valenciana de 47 años, descubrió las clínicas Doctor Life por Internet, como otros muchos afectados, y llamó el 11 de diciembre de 2023, según consta en la denuncia que presentó cuatro meses más tarde (el 28 de abril de 2024) en la Policía. “Sentía que comenzaba a tener síntomas de pre-menopausia: cansancio…”.

En Madrid la derivaron a la franquicia de Valencia, en la calle Gregorio Mayans 6. Allí la atendió el doctor Emilio Fajardo Molina, socio y “expareja de Rebeca García”, según apuntan los afectados consultados para este reportaje. El 27 de enero, previo pago de los 5.195 euros, le implantaron la primera dosis de pellet hormonal (mediante una pequeña incisión en el glúteo). “Me dijeron que me ponían testosterona (300 miligramos) de acuerdo a los resultados de mi analítica, y me pautó la hormona DHEA [que se usa como tratamiento antiedad y para mejorar el rendimiento físico] por vía oral”, recuerda Rosa González, coincidiendo con lo recogido en su denuncia.

Al mes siguiente, comenzó a sentir molestias en la zona vaginal, abdomen y ovarios y llamó a la clínica. Para su sorpresa le dijeron que ya no representaban a la clínica Dr. Life, pero que sus sensaciones “eran normales”. El 19 de febrero volvió a llamar porque la sintomatología empeoraba y tenía fuertes taquicardias. La respuesta fue informarle de que allí ya no había médico y le dieron el teléfono de un enfermero llamado Carlos que se encontraba en Madrid, “la central”. Al día siguiente, y dada su insistencia, el enfermero que aseguraba consultar todo con Rebeca García, le envía por WhatsApp una receta de Espironolactona (para la hipertensión) firmada por la doctora y con la dosis supuestamente apropiada. Rosa lo compra y se lo toma pero, mientras, consulta acerca del tratamiento adquirido y descubre que la dosis de testosterona que le han suministrado es tres veces superior a la que ella requeriría.

A Rosa comienza a salirle barba, bigote, sufre un doloroso crecimiento del clítoris, le duele la garganta y su voz es cada día más ronca. Su angustia crece al ritmo de su transformación física. El 1 de marzo, pese a sus llamadas y súplicas, ningún médico de Doctor Life se había puesto en contacto con ella y Rosa acude a urgencias del hospital con la tensión por las nubes, palpitaciones, y pinchazos en el corazón. Tiene una sobredosis de testosterona.

“Me recomiendan quitarme el implante”, recuerda. Logra, desesperada, que le den el teléfono directo del doctor Fajardo que se lo implantó, y este le dice que todo “es normal” y le envía dos recetas —escaneadas y firmadas por Rebeca García— de tranquilizantes y antinflamatorios a través del enfermero Carlos. Todo vía WhatsApp.

Tras varias visitas a urgencias con crisis hipertensivas y tras lograr que le retiraran en Barcelona parte del implante, Rosa González ingresó en la UCI el 13 de marzo de 2024 con una hiponatremia (bajada muy grave de sodio) provocada por la medicación recetada.

Jesús Colete, que denunció a Rebeca García en Coria del Río (Huelva) el 4 de abril de 2024, pagó también 5.195 euros a su clínica. En su caso, “por una abdominoplastia y una liposucción” que nunca le realizaron. Su denuncia fue archivada el 17 de mayo de 2024, pese a incluir las facturas, los consentimientos, el presupuesto y el pago bancario. La razón es que “no resulta debidamente justificada la perpetración del delito”, según la jueza Yolanda Molina Grande que ordena el sobreseimiento. Colete busca ahora cómo reactivar el asunto uniéndose a otros afectados.

Quejas, denuncias, reclamaciones se suceden en Internet, pero Rebeca García, reutilizando los mismos elementos del marketing de su anterior red de clínicas, vuelve a la carga con sus terapias hormonales milagrosas, como quien tiene el elixir de la eterna juventud. En paralelo, el Ministerio de Sanidad obligó recientemente a cerrar dos farmacias de Valencia que preparaban las fórmulas maestras de tratamientos hormonales que se vendían en toda España.





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