Pedro Snchez pierde un aliado
Inspirado por el peronismo y sus mitos fundacionales, como la pica bolivariana, el anti occidentalismo, el culto al pueblo o la victimizacin tercermundista, y siguiendo la estela de las victorias de la izquierda populista hispanoamericana (Chvez, Correa, Morales… con el ttem cubano como faro), Francisco present en 2013 su llegada al Vaticano como una lucha contra la casta. La rebelin del sur global.
Una clara vocacin de combate ideolgico en nombre de los pobres que, sin embargo, acab ahondando en la divisin existente en el seno del catolicismo. La promesa del Papa de democratizar la institucin, hacerla ms horizontal y abierta, no fue tal, ms all de la retrica y la propaganda que tan bien dominaba.
Cuando le interes, Francisco utiliz el poder absolutista y vertical que disfruta todo romano pontfice para purgar a tericos adversarios. Al tiempo que degrad la institucin, tanto por alejarla de muchos catlicos que no se vieron representados -o se sintieron agredidos- por algunos de sus postulados; como por alejarla del consenso occidental, respecto a la guerra de Ucrania o la represin chavista, al alinear su narrativa pacifista a la de regmenes autoritarios como Rusia, Cuba y China.
Esta ruptura con el legado de Juan Pablo II y Benedicto XVI, amn de su retrica peronista, fue acogida por la izquierda anti clerical espaola y su ala meditica como una oportunidad y coartada para atacar a la iglesia en Espaa. El Gobierno de Pedro Snchez, con Pablo Iglesias y Yolanda Daz como principales y nuevos devotos, utilizaron a Francisco para contraponer su discurso supuestamente progresista a la fascista iglesia espaola. Tratando de dividir entre catlicos buenos y malos, de la misma manera que desde hace aos buscan fracturar al pueblo espaol entre demcratas y fachas.
El Gobierno, a la vez que emprendi una dura ofensiva contra la Conferencia Episcopal y algunas de sus instituciones -como el modelo de educacin concertada y privada catlica, o el modelo de familia-, cultiv su relacin con Francisco, quien recibi oficialmente en diferentes momentos a seis miembros del Ejecutivo -entre ellos Snchez y Begoa Gmez-, en lo que se puede definir como un matrimonio de conveniencia: el presidente busc y encontr el apoyo del Vaticano para doblegar a la iglesia espaola en cuestiones como la resignificacin del Valle de los Cados o los bienes de la Iglesia. Y el Papa fue paulatinamente retirando poder al Opus Dei, al que consideraba uno de sus grandes opositores en Espaa, y justific su rechazo a visitarla oficialmente con mensajes velados contra la curia espaola, ir cuando haya paz, a la que entre otras cosas reprochaba -no sin razn- su resistencia a investigar los casos de pederastia.
Este doble juego de afinidad con Francisco y de abierta hostilidad hacia la Iglesia espaola benefici estratgicamente a Snchez. Sin embargo, el equilibrio de poder est cambiando, y un giro conservador en la sucesin de Francisco, en un contexto de reorganizacin del orden mundial por el regreso de Trump a la Casa Blanca y la amenaza rusa, podra cerrar las puertas vaticanas al mismo Gobierno que instrumentaliz la figura del Papa en beneficio propio. Snchez ha perdido un aliado.