Pedro alcanza el don de la bilocacin moral


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Desde Johann Sebastian Bach nadie haba depurado tanto el arte de la fuga como Pedro Snchez. Ya huye incluso mientras comparece. Pero no es que no responda: es que usurpa los argumentos de la oposicin contra s mismo. En esta ltima sesin de control del curso se desdobl delante de todo el hemiciclo, cruz la moqueta y ocup figuradamente el escao de Feijo para lamentar la psicologa de los polticos que dicen una cosa y hacen la contraria. Lo denunciaba Pedro Snchez! Freud habra enmudecido ante el espectculo de semejante paciente, capaz de llevar el mecanismo defensivo de la proyeccin moral hasta el paroxismo.

En realidad era cuestin de tiempo que el talento divisivo de Pedro se volviera contra el propio Pedro. Dividi al PSOE, divide a Espaa y podra dividir el tomo con un cimbreo juncal de esas caderas que llegan al escao cinco segundos antes que su dueo. Pero lo que ha logrado ahora es separar definitivamente el ser del estar, de manera que cuando est presente hace como si no fuera l, y solo es l mismo cuando se ausenta. Si le echamos un galgo al galgo de Paiporta jams le cogera, igual que la liebre nunca coge a la tortuga en la apora de Zenn. Asistir a las evoluciones de este Houdini de la desfachatez resulta fascinante. La metafsica occidental que desde Parmnides de Elea se edifica sobre el principio de no contradiccin -el ser es y el no ser no es- naufraga con estrpito al topar con la jeta ontolgica de Pedro, el primer presidente cuntico que niega lo que afirma y practica lo que condena. El hombre con atributos puramente virtuales que se mimetiza con el paisaje fragmentario de la edad del algoritmo donde siempre hay alguien dispuesto a creer tu trola ms desorejada.

Hemos diagnosticado mal la psique escindida de Pedro: l no es malo, solamente es mltiple. Hay miles de Pedros en Pedro al mismo tiempo. Y siempre hay uno que le permite escapar de otro Pedro inconveniente: uno que lo saca de aquel Peugeot donde viajaba con Jos Luis, Koldo y Santos; que lo rescata del rescate de Air Europa; que lo convence de que su esposa no es su esposa ni su hermano es ya su hermano. Afirmacin y negacin no son operaciones contradictorias para el rostro de cuero sinttico de nuestro holograma presidencial. Porque l ha alcanzado ya el olmpico poder de la bilocacin tica. Si Begoa le pillara en la cama con otra, l sera el primero en pedir el divorcio; si un da resulta procesado, l mismo se pondra severo para exigir crcel minutos antes de suplicar el indulto.

Esta es la explicacin larga al fenmeno de la abolicin de la moral pblica durante el sanchismo. Otra forma de contarlo es que estamos ante el to con menos vergenza de la historia de Espaa.

As que da todo igual. Da igual que la vspera la Guardia Civil registrara durante diez horas la casa de tu primer secretario de Organizacin y que sobre el segundo pese la sospecha del Supremo de cobro de mordidas a cambio de adjudicaciones de obra pblica. Da igual que tu fiscal general pretenda seguir sindolo desde el banquillo de los acusados mientras destituye a su subordinada por los mismos hechos que se le imputan al jefe. Da igual que la Comisin Europea concluya que tu amnista fue una autoamnista, y que en Europa queda feo que los presidentes sean investidos a cambio de borrar los delitos de los delincuentes que les venden los votos. Y da igual que jueces y fiscales se vean obligados a salir a defenderse de las embestidas antisistema de un Consejo de Ministros indistinguible ya de las primeras acampadas de Podemos.

Ha decidido Pedro reunir a los suyos para jurarles que piensa resistir hasta 2027, cuando la calidad institucional de la cuarta economa del euro oscile ya entre Burundi y Malaui. Es verdad que alguien que manifiesta continuamente su voluntad de bunkerizacin delata ms pnico que fortaleza. Y es verdad que el PNV le pide “ms concrecin” o que Ione Belarra lo acusa de “acomplejado” por plegarse al plan de rearme de Trump. Pero Yolanda Daz revel en voz alta lo que todos votaran (incluida Belarra) en caso de una eventual mocin de censura presentada por Feijo. De modo que solo cabe arrellanarse en el sof y contemplar la fascinante africanizacin de todo cuanto se extiende al sur de los Pirineos. Oye, igual es nuestra peculiar manera de combatir la inmigracin ilegal. Igual todo forma parte de un brillante plan de Marlaska para depauperar las instituciones espaolas hasta que los cayucos inviertan el sentido de la marcha.

Por lo dems la sesin estuvo cruzada de acusaciones, abucheos e insultos proferidos con una desinhibicin que paraliza a Armengol: nunca sabe si atajarlos o jalearlos cuando se dirigen contra el PP. Pero la esperanza no estar perdida mientras no sustituyan la mesa de las taqugrafas por un caldero para asar diputados vivos. Al menos no gobierna la derecha.





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