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No todo vale en el seguimiento a la Princesa Leonor ni Zarzuela debe aspirar a ponerle puertas al campo


Igual que de la pandemia de coronavirus no salimos mejores -con qu ingenuidad se repeta-, la trgica muerte de Diana de Gales el 31 de agosto de 1997 no cambi nada, por mucho que se invocara, en la relacin, tan txica a veces, entre la prensa y las celebridades. A la princesa del pueblo no la mataron, no, los paparazzi, como dej bien establecido el fallo de la Corte suprema francesa, sino la ingesta de alcohol y la kamikaze velocidad del chfer. Sin embargo, en el proceloso procedimiento judicial qued constatada tambin la negligencia al volante de los cazadores de la foto ms buscada de aquel momento. Fue aquel un episodio trascendental que puso sobre el tapete muchos de los grandes debates que tienen que ver con esta profesin, tan canallesca para muchos como absolutamente imprescindible para el mantenimiento de la democracia en sociedades libres y plurales. Ms en una era como sta en la que la mentira se ha convertido en esa especie invasora que no deja espacio a las autctonas, por lo que el periodismo es una herramienta todava ms necesaria.

Y si algo resulta esencial para que el ciudadano confe en lo que de verdad es periodismo es que tenga la certeza, antes que nada, de que ste se debe a unas reglas, de que “no todo vale”, como deslizan las fuentes de una disgustada Zarzuela con el caso que afecta a la Princesa de Asturias. La libertad de informacin, como la de expresin, es un bien valiossimo que merece proteccin reforzada, pero ni es ni puede ser un derecho absoluto que pase por encima del resto de los derechos como una apisonadora de impunidad.

As las cosas, la Casa del Rey est cargada de razones para denunciar que no es admisible la difusin de fotografas de la heredera que hayan sido captadas infringiendo la normativa vigente en materia de proteccin de datos en este caso de Chile, ya que hablamos de instantneas que al parecer procederan de las cmaras de seguridad del centro comercial al que acudi hace algunas tardes la primognita de los Reyes durante una parada tcnica del buque escuela Elcano. Sobre todo -quiz en este punto quien esto firma s discrepe del todo con Zarzuela, a saber- por cuanto parece que son imgenes que no tienen ningn valor informativo, que no aportan nada noticioso, que no representan relevancia alguna, en definitiva, que son tan intrascendentes como irrelevantes. Otra cosa sera si esas mismas cmaras de seguridad captaran a la Princesa, como a cualquier figura institucional, en una circunstancia con indudable trascendencia informativa. Hablaramos de otra cosa y el debate estara como mnimo servido.

De hecho, justo por esto ltimo, pareciera que la Casa del Rey – como casi todas las Monarquas siempre tan cuidadosa con que no se la seale por intentar entrometerse en las decisiones de los medios- se ha lanzado a una ofensiva casi preventiva, tratando as de poner alguna cordura y algn freno ante el creciente inters meditico que despierta Leonor, que en los prximos aos no va a hacer sino dispararse.

Claro que lo ocurrido obliga tambin a la primera de nuestras instituciones a abandonar cierta candidez insostenible. Pocas cosas han dado hasta la fecha ms disgustos a la Familia Real que su obsesin por hacer valer un derecho mal entendido a la vida privada. Como cualquiera, el Jefe del Estado y sus familiares tienen derecho a la intimidad, que es cosa distinta. Pero es una quijotesca lucha contra los molinos la pretensin de guardar con el mximo celo una esfera de intimidad muy superior a la que les corresponde por el rol que representan. Es una cruzada que hoy, en la era 3.0, como antes, desde el surgimiento de los mass media, comparten con los integrantes del resto de las Monarquas occidentales, objeto todas de un extraordinario inters del pblico. Cmo no recordar la largusima contienda judicial librada por la princesa Carolina de Mnaco, durante cierto tiempo paladn incansable de un sacrosanto derecho a la intimidad que crea tener, hasta que se estrell de bruces con la Corte Europea de Derechos Humanos que le dej bien claro que su causa ni tena fundamento legal ni era realista.

En este sentido, bueno sera que en Zarzuela asumieran que la publicacin de imgenes de quien est llamada a ser futura Reina en mbitos no oficiales es tan demandada como incluso beneficiosa para una Corona que durante algn tiempo ha estado hurfana de calidez y humanidad.

Por deseo y decisin de sus padres, los Reyes, la Princesa de Asturias y su hermana, la Infanta Sofa, se han educado y han crecido en un clima de sobreproteccin al foco pblico poco o nada comn en otras Monarquas de nuestro entorno. Y si bien es cierto que en los ltimos aos, en especial tras alcanzar la mayora de edad, Leonor ha dado un importante paso al frente en su labor institucional, y su presencia en la vida pblica cada vez es mayor, sigue siendo demasiado grande el celo de Zarzuela en la construccin de su perfil meditico.

De la mencionada Diana de Gales se destacaba que amaba las fotografas y que odiaba a los paparazzi. Con la llegada de Lady Di a Buckingham, cierto populismo se extendi como un virus en muy poco tiempo en todas las Cortes europeas, a la vez que las Monarquas descubrieron y entendieron hasta qu punto su proyeccin meditica es fundamental para apuntalar el papel de la institucin en el siglo XXI. Pero la fascinacin y desbordante inters que despiertan las familias reales va, como es lgico, mucho ms all de lo que deseara el departamento de Comunicacin de cualquier Palacio. Sin abundar en la manida frase atribuida a Orwell, “periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques, todo lo dems son relaciones pblicas”, es absolutamente lgico que de la Princesa de Asturias no nos conciernan slo sus intervenciones oficiales, sino que tambin nos preocupen y ocupen aspectos decisivos que tienen que ver con su carcter, su personalidad, su preparacin y su trayectoria vital.

No tuvo que hacer frente en su juventud al monstruo voraz que son las redes sociales y la comunicacin instantnea, pero bien sabe sin ir ms lejos el padre de la criatura, esto es, el hoy Rey Felipe VI, lo que es despertar el inters mximo dentro y fuera de nuestras fronteras durante mucho ms tiempo del que casi cualquier persona sera capaz de soportar, al menos con estoicismo.

Insistimos en que claro que no todo vale, ni todo debe valer, en la bsqueda de esas imgenes, de esas primicias, de esos instantes exclusivos de una heredera que tanto cotizan en el mercado del couch. Y ojal estuviramos aprendiendo tambin quienes trabajamos en los medios la importancia de conjugar este oficio con la concesin a cualquier servidor pblico, la propia Princesa lo es, del oxgeno necesario para una estabilidad emocional que en el caso de una joven de 19 aos como ella se antoja especialmente merecida. Pero quiz a Zarzuela les ayudara algo fijarse un poco en cmo otras familias reales intentan naturalizar cada vez ms situaciones vitales que no dejan de ser eso, cosas naturales; normales y corrientes. Poner puertas al campo es estril.





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