Madrid supera el millón de nacidos en Hispanoamérica, uno de cada siete habitantes | Noticias de Madrid
El número de nacidos en Hispanoamérica que reside en la Comunidad de Madrid ha rebasado la cifra simbólica del millón, según el censo de población que ha publicado este jueves el Instituto Nacional de Estadística, INE. Son 1.038.671 según las nuevas cifras, a 1 de enero de 2024. Este es un hito asombroso cuando se pone en contexto. Los inmigrantes de los 18 países de América que hablan español suponen ya uno de cada siete habitantes en la región de la capital. Si este grupo de inmigrantes que se autodefinen como latinos formara una ciudad por separado sería más grande que el área metropolitana de Santiago, la segunda ciudad de Cuba (707.000 habitantes), o Arequipa, la segunda ciudad de Perú (984.000), o Valparaíso, la segunda ciudad de Chile (1′02 millones), y estaría a punto de alcanzar a las capitales de Nicaragua y El Salvador, Managua y San Salvador (ambas con 1,1 millones). El tamaño de esta hipotética ciudad sería semejante al de la aglomeración urbana de Málaga, que con 1,03 millones de vecinos es la quinta de España, y superaría a Bilbao o Zaragoza.
En el siguiente mapa puede consultar por sección censal (el máximo nivel de detalle que permiten los datos) dónde viven los latinos y cómo se distribuyen en toda la comunidad. Las diferencias en su distribución por la ciudad se aprecian según su país de origen: los venezolanos se reparten por toda la región; ecuatorianos, peruanos o colombianos destacan en barrios de fuera de la M-30; los dominicanos tienen su Pequeño Santo Domingo en el distrito de Tetuán; y los argentinos sobresalen en la almendra central.
Cuando se compara la cifra del millón con los datos históricos surge otra revelación que merece detenimiento: hace solo un cuarto de siglo, en 1999, los nacidos en Hispanoamérica eran solo 81.552. Madrid era entonces una capital europea rara, poco diversa y mucho menos conectada al mundo y al territorio que había dominado durante siglos. Solo han pasado 25 años de aquello, y los expertos en demografía prevén que este fenómeno vaya a más. La inmigración hacia las grandes metrópolis del mundo rico se mueve a niveles de récord y la afinidad cultural es uno de los factores decisivos de estos flujos. Gracias a estos nuevos madrileños, la capital ha redescubierto su identidad americana.
1999 marcó un antes y un después. Ese año se aceleró la llegada a España de ecuatorianos que huían de la grave crisis económica en su país. Allí, la moneda nacional, el sucre, se desplomó y la población se arruinó. Hasta entonces, los exiliados políticos de Argentina, Cuba, Chile o Uruguay habían sido protagonistas entre los pocos latinos de Madrid. Muchos eran integrantes de clases acomodadas y raza blanca que habían huido de un dictador. Los inmigrantes ecuatorianos escapaban de otro mal distinto: la pobreza. A raíz de la crisis en Ecuador, comenzaron a llegar a Barajas vuelos desde Quito cargados de familias de origen popular, que en poco tiempo transformaron el rostro de la capital. Venían a España porque la economía tenía una necesidad voraz de trabajadores: hombres para construir casas y mujeres para cuidar mayores.
Mónica Guamán fue una de las primeras en aterrizar, cuando los nubarrones ya cubrían el horizonte de su país. Se subió a un avión en Quito el 16 de agosto de 1998, el primer vuelo de su vida. En Barajas la recibió un amigo que había partido dos años antes. Tenía 21 años y la crisis ecuatoriana había frustrado sus planes. Dejó sus estudios universitarios de contabilidad a medias porque subieron las tasas y no podía seguir pagando. Recuerda sus primeros días en Madrid con nitidez: la fascinación que le produjo que los coches se detuvieran en rojo, o la modernidad del Metro. Dormía en un piso de 40 metros cuadrados, con una quincena de compatriotas. A la semana consiguió trabajo como cuidadora de personas mayores. La nueva vida era dura, pero esperanzadora. “Tenía que decidir”, cuenta hoy rememorando aquella aventura. “O me quedaba estancada o empezaba a volar. Y yo decidí volar”.
A los ecuatorianos se les unieron decenas de miles de colombianos, peruanos, bolivianos y dominicanos, que escapaban de las crisis en sus propios países o buscaban un futuro mejor, alentados por la bonanza española. En 2009, al poco de reventar la burbuja de la construcción, vivían en Madrid casi 600.000 inmigrantes latinos.
Esa cifra permaneció estancada hasta 2017, cuando comienza una segunda ola, que continúa hoy. Los principales países de origen son ahora Venezuela, Colombia y Perú. Su perfil socioeconómico es más diverso. Aterrizan también grandes fortunas (el 17% de vecinos del distrito de Salamanca es latino, según el padrón municipal) y estudiantes (se matricularon 14.776 de Latinoamérica en las universidades madrileñas en el curso 2022-23, un 40% más que ocho años antes).
Los latinos también están transformando otras regiones españolas, aunque ninguna concentra tantos nacidos en Hispanoamérica como Madrid, donde son el 62% de los inmigrantes. Los siguientes destinos son Cataluña y Valencia, con 883.548 de ese origen (el 43% de los inmigrantes) y 446.453 (37%), respectivamente.
En Madrid, residían al empezar 2024 un total de 1.668.418 inmigrantes. Los primeros cuatro países de origen más comunes de los inmigrantes son de la América que habla español: Venezuela (184.387), Colombia (180.983), Perú (150.590) y Ecuador (136.309). Los únicos países no hispanoamericanos entre los primeros diez son Rumania (115.911), Marruecos (98.360) y China (53.204). Brasil ocupa el puesto quince (29.865).
Esta nueva oleada es parte de una corriente migratoria sin precedentes hacia los países ricos. En 2023, muchos países de la OCDE batieron récords de inmigrantes permanentes (6,5 millones en total) a los que se sumó un récord de 2,7 millones solicitantes de asilo. Una de las claves, según Mathias Cormann, secretario general de la OCDE, es la fuerte demanda de mano de obra, que coincide con el envejecimiento de esas sociedades. “El número creciente de inmigrantes por motivos laborales ha contribuido a un crecimiento económico sostenido”, ha dicho.
Los hijos de estos inmigrantes de Hispanoamérica que nacen en España no figuran en la estadística del INE como grupo separado, pero se suelen autopercibir como latinos, de modo que el peso cultural de esta nueva comunidad sería aún mayor de lo que sugieren las cifras del censo.
¿Rival de Miami?
El flujo de latinos ricos ha alimentado las comparaciones con Miami, una idea que ha sido amplificada por medios españoles, pero también estadounidenses, como Bloomberg o el New York Times. La tesis es que la capital española ha surgido como un serio rival de la gran ciudad del sur de Florida por captar el dinero latinoamericano. Los ricos latinos compran pisos de lujo en el distrito de Salamanca y participaciones en las grandes corporaciones del IBEX. Esta fiebre inversora ha desatado la euforia de algunos políticos locales. El alcalde madrileño, José Luis Martínez-Almeida, le dijo en marzo a la BBC que “llegará el momento en que en Miami se preguntarán por qué Madrid nos mira por el retrovisor”.
La conexión hispanoamericana es vista como una baza que la ciudad debe jugar en la competición de las ciudades globales. El ensayo Madrid DF, publicado en septiembre por el urbanista Fernando Caballero, vislumbra una metrópolis de 10 millones de habitantes en 2050. Caballero defiende que Madrid debería explotar sus diferencias con Miami para arrebatarle el lugar especial que tiene en el imaginario de los latinos.
“Las dos ciudades responden a mentalidades muy diferentes”, le dice Caballero a este periódico. “Quien quiera ir a vivir en dólares tiene allí su sitio. Pero se va a encontrar con una sociedad menos compleja y con mayores barreras de entrada. Madrid es mucho más asequible para el recién llegado y las leyes migratorias son más amables. De hecho, una estrategia política en Madrid es rebajar esas barreras”, añade Caballero, que se refiere a que Ayuso anunció el año pasado que en un futuro reduciría las tasas universitarias de los latinos para igualarlas a las que pagan los españoles.
Las autoridades buscan visibilizar la americanidad de Madrid, un rasgo que en realidad no es nuevo. La mayoría de la población ignora que uno de los árboles más antiguos de la capital es un ahuehuete de México, que está en el Retiro o que durante siglos vinieron a la corte americanos que dejaron su huella. La presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, ha dicho que Madrid es “la casa común de los españoles de ambos hemisferios” y ha impulsado la celebración cada octubre de la Hispanidad, con unas fiestas que han crecido cada año. Ayuso ha dicho que aspira a “disputarle a los EE UU el centro de la producción musical en español”.
Esta comparación de Madrid con Miami no convence al sociólogo Alejandro Portes, premio Princesa de Asturias en 2019. Este profesor cubanoestadounidense de la Universidad de Miami, destacado por su estudio de las migraciones, publicó hace dos años el libro Emerging Global Cities donde traza paralelismos entre Miami y otras dos metrópolis, Dubai y Singapur. Las tres se han convertido en centros de comercio, finanzas, artes y cultura para los países de su entorno internacional.
Portes cree que la geografía impide a Madrid entrar en esa liga. A diferencia de Miami, Dubai o Singapur, la capital española carece de un puerto marítimo que ejerza de hub de mercancías, dice Portes por videoconferencia a EL PAÍS. Además, Madrid está demasiado lejos de la región sobre la que pretende ejercer influencia, añade. “La afluencia de inmigrantes a Madrid es entendible por la afinidad cultural, pero decir que Miami y Madrid van a parecerse es una exageración de los periodistas”, valora, “primero porque Madrid no tiene mar; segundo, porque está en Europa, no en América Latina; y, tercero, porque Madrid es la capital política de un país y por tanto tiene características diferentes”. Y agrega: “Los bancos latinoamericanos eligen Miami en lugar de Madrid para abrir su sede regional. Madrid está lejos y está muy regulado”.
Portes concluye sugiriendo otra estrategia: “Creo que Madrid tiene más que ganar apostando por la tecnología. No son los capitales venezolanos ni los trabajadores dominicanos los que van a catapultar a Madrid a la prominencia”.
Sea cual sea el futuro rol global de Madrid, el rostro y alma de la región ya se han transformado. Esa influencia hispanoamericana continuará revolucionando el lenguaje, las costumbres, la música, la gastronomía o los negocios.
Un sueño compartido
También se han transformado las vidas de quienes emprendieron el viaje. Al llegar en 1998, la ecuatoriana Guamán pensó que haría dinero y volvería pronto a su país. Pronto descubrió que la vida es imprevisible. El amigo que la recogió en Barajas, Luis Lincango, se convirtió en su pareja y en 2001 nació su primer hijo. En 2003, dejaron de vivir en habitaciones y alquilaron un piso completo. Dos años después, compraron uno en Getafe. Y en 2018, Lincango abrió su propio negocio: un taller de coches. Ella trabaja en una gran empresa de cuidado de mayores. Su hijo mayor, Diego, de 23 años, es mecánico, y el menor, César, de 17, estudia en el instituto.
Han prosperado, pero a un precio muy alto. Guamán siempre ha extrañado mucho su tierra. Le gustaría regresar, pero sus hijos, especialmente el mayor, se sienten de aquí y no quieren ir a un país extraño. ¿Ha merecido la pena emigrar? “Yo se lo digo a los que llegan”, responde ella. “Si te has atrevido a cruzar el océano, adelante, pero esto es duro”.
Quienes atraviesan hoy las puertas de la sala de llegadas internacionales en Barajas con la idea de quedarse comparten sueños con el millón de personas que les precedió. Los venezolanos Dariela Sosa, Federico Ortega y sus dos hijos, Emiliana y Cristóbal, de 9 y 5 años, aterrizaron el 25 de junio de este año.
Es un matrimonio de profesionales, él economista y ella periodista. Habían vivido en su Venezuela natal, Estados Unidos y Argentina. Él teletrabaja para una compañía estadounidense. Ella fundó y dirige una newsletter sobre Venezuela, Arepita, que ha recibido un galardón prestigioso en EE UU, un Online Journalism Award.
Durante cinco años habían examinado en una hoja de Excel ciudades a las que emigrar. Rellenaron columnas con las categorías de las cosas que les importaban: seguridad, democracia, idioma, cultura, arte, clima, oportunidades laborales o conexiones con el mundo. Al cruzar ese umbral en el aeropuerto de Barajas, Sosa pensó: “Llegué al lugar correcto”.
Su piso alquilado, en una urbanización con piscina en el norte de Madrid, delata que son recién llegados porque se ven las paredes aún desnudas o un portarretratos sin foto. En una esquina han colocado el árbol de navidad más grande que jamás hayan tenido, de casi dos metros, con la idea de enviar una señal a sus hijos: “Aquí nos quedamos”, cuenta Sosa. “Yo le he hecho una apuesta a Madrid”.
Metodología y fuentes
El dato del millón de habitantes es la suma de los nacidos en 18 países de habla hispana de América Latina de los que el INE ofrece un desglose por país en su censo anual. Para construir la serie histórica hemos utilizado el Padrón Continuo (1998-2020) y los censos anuales (2021-2024).
A nivel de sección censal, el INE ofrece datos solo para ocho de esas nacionalidades (las más numerosas, que representan el 83% de todos los latinos). Para el resto, el último dato disponible con ese detalle es el del Censo de Población y Viviendas de 2021, una estadística que se realiza cada diez años. Para el resto de países de origen, hemos incluido ese dato en el maoa.
Hay unos 1.00 ciudadanos en la categoría “otros países de América” (que incluye todo el continente, sur y norte) que no están incluidos en las cifras utilizadas en este artículo.
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