Lo que va de Mazn a Garca Ortiz
Historia de dos noticias: Carlos Mazn dimiti como presidente de la Generalitat valenciana la misma maana en la que arrancaba el juicio a lvaro Garca Ortiz. Aunque se tratara de protagonistas y contextos muy distintos, compararlos parece ineludible e ilustrativo. Tanto el dirigente valenciano como el fiscal general del Estado se encontraban en eso que se suele llamar una situacin insostenible. Mazn, por su responsabilidad poltica en la gestin de la dana; Garca Ortiz, por los indicios que sugieren que utiliz una institucin tan delicada como la Fiscala para ayudar al Gobierno en sus luchas polticas, daando de paso los derechos de un ciudadano. Y, tambin, por la distorsin que supone para este proceso que quien se sienta en el banquillo sea el superior jerrquico de los fiscales.
Se podra pensar que el contraste entre el dimitido Mazn y el no dimitido Garca Ortiz resultara favorable para el Partido Popular. La formacin de Feijo estara preservando las viejas y saludables normas de la responsabilidad poltica; el Gobierno que dirige Snchez, en cambio, ha hecho lo posible por respaldar a su fiscal general, incluso cuando han surgido indicios de que este habra hecho algo tan grave como borrar pruebas.
Sin embargo, el contraste tambin se ha prestado a una lectura distinta. Varias voces han sealado que no nos encontramos ante una muestra de la superioridad del PP, sino ante otra prueba de su falta de habilidad poltica. Est claro que la asombrosa tardanza de los populares en forzar la renuncia de Mazn diluye su efecto; pero, adems, se ha sealado que el presidente valenciano podra haber anunciado su marcha cualquier otro da. Al hacerlo ayer, distrajo a la opinin pblica de algo tan importante, y tan daino para el Gobierno, como el juicio a Garca Ortiz.
Esto se sumara a un reproche que se viene haciendo en los ltimos meses a los medios cercanos a la oposicin. Sus crticas y exigencia de responsabilidades al presidente valenciano solo habran reforzado la estrategia de Moncloa, permitiendo que el Gobierno eluda sus propias responsabilidades en la gestin de la tragedia. Un pecado, en definitiva, de leso antisanchismo. Y una nueva muestra del tablero inclinado que muchos han denunciado en los ltimos aos; el manejo de distintas varas de medir que siempre beneficiaran al PSOE.
Se cae, as, en una contradiccin que ya se ha venido manifestando en los ltimos aos: pedir que la oposicin haga mejor que Snchez aquellas cosas que se critican en el propio Snchez. Se denuncia que el presidente haya supeditado la higiene democrtica a su Manual de resistencia, pero luego se reprocha a la oposicin que no aplique las lecciones de ese libro. Se lamenta que la poltica de gestin haya sido sustituida por la que se centra en impulsar relatos y en controlar los ritmos informativos, pero luego se pide a la oposicin que impulse mejor sus propios relatos y que controle con mayor eficacia los ritmos informativos. Se critica el seguidismo acrtico de la prensa oficialista, pero luego se denuncia que el resto de medios no muestren una entrega igualmente acrtica a la causa de la oposicin. Y se da por hecho que, si todo esto ocurriera, ms ciudadanos votaran a esa oposicin. Seguro que no ocurrira lo contrario?


