“Haba mucho humo, no se poda respirar”: as fue el rescate de los 57 residentes en el incendio de Villafranca del Ebro (Zaragoza)
En torno a las 5 de la madrugada el telfono son en casa de Volga Ramrez, alcaldesa de Villafranca del Ebro, una pequea localidad de poco ms de 900 habitantes situada a 30 kilmetros de Zaragoza. Era el 112. La residencia Jardines de Villafranca, habilitada para personas con demencia, haba comenzado a arder y era necesario acudir. Rpidamente, se desplaza hasta el lugar a toda velocidad, para ver lo que estaba sucediendo. Pero all no se vea nada. “Llegamos y todo era oscuridad, todo estaba lleno de humo y no se poda ni respirar”, relata en una de tantas declaraciones que realiz ante los medios de comunicacin tras la muerte de 10 personas a causa de la inhalacin de humo.
Su marido, Carlos Castilln, quien dorma junto a ella y la haba acompaado, no lo pens y accedi al recinto para sacar a cuantos residentes fuera posible. “He sido de los primeros en entrar y he ayudado a sacar a varios de los afectados, hasta que los cuerpos de seguridad me han echado para atrs, porque haba muchsimo humo en el interior y era peligroso”, relata a EL MUNDO, una vez haba podido retirarse a descansar.
All, se encontr las dos nicas auxiliares que se encontraban de guardia por la noche y que se haban encargado de avisar a las autoridades con la mayor rapidez posible. “Es admirable la forma en la que han actuado. Estaban completamente solas y han sido capaces de sacar a la gran mayora de los pacientes. Estn muy dolidas por lo sucedido y el nmero de fallecidos, pero deben estar orgullosas porque han salvado muchas vidas”, explicaba una de las trabajadoras de la residencia.
Tras producirse el desalojo, y ya entrada la maana, los familiares, llegados a cuentagotas y enterados a travs de los medios de comunicacin, iban apareciendo para comprobar el estado de sus parientes. “No paraban de llegar angustiados, ante la incgnita de que uno de sus seres queridos podra haber fallecido”, aadi Fernando Prez, coordinador Autonmico de Cruz Roja en Aragn.
El Ayuntamiento fue el lugar elegido para que las familias conociesen la identidad de los muertos y recibiesen la primera atencin psicolgica. “No se poda hablar con ellos, solo hemos podido darles un abrazo y ponernos a su disposicin”, comentaba, aun incrdula, Agnes Daroca, responsable de la concejala de Cultura. Tras ser auxiliados, varios parientes salan a la Plaza de Espaa, el lugar ms significativo de la localidad, donde una madre y su hijo, que prefirieron no aportar su nombre, anunciaban que su padre y abuelo, respectivamente, a sus 91 aos, era uno de los fallecidos. “Era una bella persona que siempre ha querido a su familia. Se le olvidaban segn qu cosas, pero siempre ha sido carioso”, explicaba el nieto.
Los 57 residentes supervivientes han sido trasladados a otro centro situado en Huesca y, a su llegada, explicaban la poca capacidad de reaccin que haban tenido ante la invasin del humo en sus estancias. Alfonso Arenas, uno de los afectados, explicaba que llam “40 veces” a su compaero de habitacin, “pero no se despertaba”.
Cruz, otra usuaria de 62 aos que no quiso revelar su apellido, describa como, “de repente, las auxiliares comenzaron a tocar las puertas y a gritar que salisemos de las habitaciones mientras todo se llenaba de humo”. As, aada que “bamos saliendo los que podamos mientras empujbamos a los que iban en silla de ruedas”.
El desplazamiento, que fue organizado en apenas unas horas, se llev a cabo en dos minubuses y varias ambulancias para aquellos con mayores problemas de salud. Las empleadas del centro han acompaado en todo momento a los residentes, ya que, “en su estado es importante para ellos tener una referencia, una cara familiar”, explicaba Fernando Prez, responsable de Cruz Roja, quien asegur “ver a todos muy tranquilos con la situacin ya que, debido a su estado mental, la mayora no tienen esa capacidad para percibir la gravedad de lo ocurrido”.
Los vecinos, sentados en su banco de toda la vida, observaban la situacin “consternados”, debido a que los residentes “son una parte ms del pueblo, se sientan con nosotros y nos cuentan sus historias”. Todos aseguraban que nicamente saban “lo que han contado en las noticias” y esperaban que la residencia pudiese volver a la normalidad “cuanto antes”.
“Las relaciones en este pueblo son muy familiares” expresaba, visiblemente apenado, Ignacio Laguna, prroco de Villafranca de Ebro. “Conocemos a los residentes y a alguno de los fallecidos. Hacan vida aqu, salan a comprarse una palmera de chocolate, te invitaban a algo… Algunos vienen a misa. No se pierden una. A veces cantan a destiempo, pero eso forma parte de lo que es una familia. Estaban integrados en la vida del pueblo”, comentaba.