Furor entre los fanáticos del anime por una lotería japonesa de figuras de colección: “La suerte me ha sonreído este día” | Noticias de Madrid
“No sé muy bien qué acaba de pasar”, dice Nil Anderson Estrada, peruano de 27 años que acaba de ganar el segundo mayor premio de la lotería japonesa Ichiban Kuji. “No me lo creo”, agrega, mientras al fondo una mujer vestida con un kimono rojo y negro y cabello de esos mismos colores, toca una campana para avisar que ha caído un premio. Los presentes en la tienda de Bandai Namco, especializada en mercancía de series anime, se emocionan. Contrario a una lotería tradicional, en la Ichiban Kuji no se juega para ganar dinero. Aquí, las personas participan para hacerse con figuras exclusivas de colección de aclamadas animaciones japonesas como Dragon Ball Z, One Piece, My Hero Academia.
Estrada se quita los lentes, mira hacia arriba, se frota los ojos y se los vuelve a poner. En sus manos una figura de Izuko Midoriya, uno de los protagonistas de la popular serie animada japonesa My Hero Academia, -y una de sus favoritas personales- que mide unos 30 centímetros y que no está en venta oficialmente en ningún lugar del mundo. Hacía tiempo que la buscaba, cuenta y remata con alegría: “La suerte me ha sonreído este día”. Será una gran pieza para su colección, que acumula más de cien estatuillas de la serie.

Las figuras que se rifan en el Ichiban Kuji, explica Mónica López, que fue la que tocó la campana para avisar del premio de Estrada, “no están nunca a la venta. No se pueden conseguir de otra manera más que en estos sorteos”. En principio, la rifa funciona como cualquier otra: cada quien compra una boleta y espera que le toque el premio mayor. La particularidad de esta es que todas las papeletas tienen recompensa. “Desde figuras enormes de colección, muy exclusivas y codiciadas, hasta toallas y espejos de mano”, agrega López, fanática y consumidora ávida del anime y de la cultura japonesa.
Cada premio tiene una letra asociada y en cada billete, que cuesta 15 euros, aparece una letra: A para los premios mayores, de los que solo hay uno o dos; B y C para de segunda importancia; D y E para terceros y F y G para premios como toallas o llaveros. Cada serie de billetes compite por premios de un dibujo animado japonés particular. Es decir, hay una serie de boletas para participar por los premios de Dragon Ball Z, otra para participar por los de One Piece, otra para los de My Hero Academia y así. El número de billetes varía pero suele haber alrededor de 80 en cada serie. El premio mayor, sin embargo, es al que llaman el Last One (el último), el único que no tiene una letra asociada y que le corresponde a quien haya comprado la última papeleta de la serie en la que se rifa.

A simple vista, no parece parecen diferenciarse mucho las estatuillas del premio A al del Last One, hay que fijarse para encontrar detalles distintos, que suelen ser cambios pequeños en las tonalidades o las facciones de los personajes. Para quien entiende, sin embargo, esos detalles son de gran relevancia: “Cada cosa distinta, por pequeña que sea, hace que la figura sea más codiciada, más exclusiva”, dice Estrada, que explica también que si se vendieran esas piezas, su precio rondaría “fácilmente”, los 400 o 500 euros. “Imagínate, estas son piezas que no puedes encontrar en ningún otro lado”, asegura, y agrega: “Si vendieron un plátano con cinta por millones de dólares, por qué no puede una figura de estas valer eso”, dice, en referencia a Comedian, la obra de arte de un plátano pegado a la pared que se vendió por más de seis millones de dólares en Nueva York.
Quien participa en este tipo de sorteos, explica López, “quiere conseguir una figura que no está disponible de ninguna otra manera. Es muy fácil ir a una tienda y decir, quiero esta y me la compro, pero con estas no pasa eso”. Los Kuji (como se les dice a los premios en Japón) son tesoros especiales disponibles solo a través del azar. Ella los llama “el Santo Grial de los fanáticos del anime”.

Pero al sorteo no atienden únicamente coleccionistas. Héctor y Guillermo Martínez, dos hermanos madrileños de 17 y 20 años, respectivamente, llegaron por curiosidad después de ver un anuncio en redes sociales. “Una tienda de este estilo en Madrid es rara, tienen cosas que no se ven en ningún otro sitio”, comenta Héctor. Y Guillermo complementa: “Hoy vinimos a ver pero terminamos también participando en el Ichiban. Es emocionante, el morbo de qué premio te toca, si te toca la figura principal u otras más pequeñas.” Al final, se han llevado apenas una toalla, que en todo caso los emociona por ser de My Hero Academia, una serie que han comenzado a ver hace poco, y que ven juntos, “en una especie de ritual de hermanos”, aseguran.
Para Flor de Lys Gualda, aficionada “muy consumidora” de ánime de 22 años, la fiebre que desata el Ichiban Kuji, tiene que ver también con el azar controlado de lo que pueda tocar, sabiendo que siempre va a tocar algo. “Eso me gusta mucho, tirar a la suerte y lo que me toca me toca”. Con ella coincide David Ruiz, de 37 años, quien compró un billete para participar por una figura de una de sus series animadas favoritas, Jujutsu Kaizen. Alto, fornido y de barba, Ruiz asegura que compra esta rifa en vez de otras, como cualquier lotería de Navidad o del Niño, porque “siempre te va a tocar algo” y porque “estas piezas pueden costar muy caras, entonces participar por 15 euros y tener la posibilidad de llevarte la figura grande, es algo que incentiva”, dice sosteniendo el pequeño llavero con el que se ha tenido que conformar tras haberle salido una letra G en su billete.

“Esto es como las personas que compran posters de los coches que les gustan o que coleccionan otras cosas. A nosotros nos gusta el ánime, y nos gustan estas figuras ya sea porque te identificas con un personaje o te gusta su personalidad”, dice Gualda, que agrega que en su colección atesora unas 30 piezas. Esta vez no participó del sorteo, que se renueva cada vez que se terminan los premios, pero participará en los siguientes para seguir ampliando su catálogo.