Ensimo motivo para explorar la gran coalicin


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Hace tiempo que pedir una gran coalicin PP-PSOE en Espaa se convirti en un ejercicio de melancola. Incluso es posible que quienes defendemos esta posibilidad hayamos cruzado la lnea que separa al convencido del pelmazo. No es una reivindicacin enteramente intil, puesto que siempre conviene recordar que la situacin actual de nuestro pas no era inevitable. Sobre todo, cuando la crisis de 2017 permiti trazar un permetro entre los partidos que aceptaban el marco constitucional, y aquellos que buscaban derribarlo. No era descabellado entonces ver la aplicacin del 155 como el principio de una nueva etapa, en vez de como el efmero parntesis que termin siendo. Esa sensacin de oportunidad perdida agrava la tristeza del grancoalicionista: si el tab de un gobierno PSOE-PP no se rompi entonces, cundo lo har?

Las negociaciones para poner fin a la guerra de Ucrania y el shock de Mnich dan ocasin para, al menos, volver a plantear el tema. Ha quedado claro que EE.UU. est dispuesto a hacer cesiones al proyecto imperial/criminal ruso, alentando as futuras agresiones por parte de Putin. Y tambin est claro que no se puede contar automticamente con que los norteamericanos defiendan a Europa -ni siquiera al resto de pases de la OTAN- frente a un hipottico ataque ruso.

Podemos dedicar mucho tiempo a descalificar la actitud estadounidense, y tambin a lamentar la falta de preparacin de nuestras lites. El caso es que el camino parece claro: los europeos deben hacerse cargo de su propia seguridad, ya sea enviando fuerzas a Ucrania o -sobre todo- aumentando el gasto en defensa. Y tambin parece claro que Espaa solo podra participar en este proceso si se produjera un acuerdo entre los dos grandes partidos. Ya no se trata solo de alcanzar una mayora suficiente para afrontar grandes reformas, como suelen decir -a menudo con un exceso de vaguedad- los partidarios de la gran coalicin. Es que ni Sumar ni Podemos votaran a favor de una subida del gasto militar, sobre todo si fuera a costa de recortes en otras reas; y podemos imaginar la reaccin de Bildu y ERC ante un posible refuerzo de las capacidades del Ejrcito espaol. Vox, por su parte, tampoco parece dispuesto a apoyar una poltica de defensa centrada en las fronteras orientales de Europa en vez de en el Estrecho; menos an si implica a las instituciones comunitarias o a algn otro nivel de las lites globalistas.

Siendo esto as, un PP audaz ofrecera sus votos a Snchez para aprobar unos presupuestos que aumentaran el gasto en defensa. Y lo hara sabiendo que esto no es solo lo correcto, dado el momento en el que nos encontramos, sino tambin una oferta que resquebrajara an ms la coalicin sanchista. Aunque la responsabilidad de plantear este tipo de acuerdos sigue recayendo en el presidente del Gobierno, que al fin y al cabo es quien acude a conferencias como la de Pars y quien debe articular nuestra postura ante el escenario abierto por Putin y Trump. Snchez cultiva desde hace aos la imagen de lder al que le importa el plano internacional: la mejor manera de demostrarlo, en este momento, sera dar un giro a su poltica de alianzas y buscar el apoyo de Feijo. Desaprovechar esta nueva oportunidad de hacer lo correcto? No pasa nada; la melancola ya la tenamos.





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