El gran freno para Vox de momento: un sindicato, pero pocos obreros a diferencia de Le Pen y Meloni
“Hay que proteger a los trabajadores porque los sindicatos ideolgicos, subvencionados y corruptos les han traicionado”. Con estas palabras justific Santiago Abascal, en julio de 2020, su intencin de impulsar un nuevo sindicato. La idea se materializara un par de meses despus bajo el nombre de Solidaridad, que pasara a ser una arista ms en su plan para conquistar el voto obrero. Quera el lder de Vox contar con un brazo que le acercara a ese nicho, y as, mientras se opona a respaldar la accin de los sindicatos mayoritarios -a los que acusaba de impulsar “regulaciones ideolgicas, de gnero y medioambientales”-, decidi crear el suyo propio. Por aquellas fechas, segn el barmetro del CIS, Vox aglutinaba el 6,3% del voto entre quienes se identifican como clase trabajadora. Ahora, tras ms de cuatro aos intentando penetrar en ese electorado, se le sigue resistiendo: solo el 5,9% de los obreros se inclina por Abascal.
Solidaridad renueva este sbado su liderazgo, aunque la hoja de ruta del sindicato de Vox parece ser la misma. El elegido como secretario general, Jordi de la Fuente, hereda -por voluntad propia- el distanciamiento respecto a CCOO, UGT y el resto de organizaciones sindicales mayoritarias y viene dispuesto a rehuir el “enfrentamiento entre clases” agitando su propia bandera: “La lucha de los que producimos contra los parsitos, contra los siervos de un sistema que ha abandonado a los nuestros”. Esa consigna es la apuesta del tambin dirigente de Vox para ganarse a los trabajadores.
La tesis es compartida en las filas de los de Abascal. Frente al concepto tradicional de lucha obrera -ms asociado a la izquierda-, Vox y su sindicato abogan por defender al proletariado como un gesto de “patriotismo”. Bajo ese pretexto, en los ltimos aos han intentado hacer propias algunas de las batallas de esta clase social con la mirada puesta, sobre todo, en la industria y el campo. El partido apoy las tractoradas que el pasado ao recorrieron varias ciudades espaolas y desde hace tiempo camina de la mano de las asociaciones del sector en su batalla contra la competencia desleal. En mbito industrial, llam especialmente la atencin la incursin que hizo Abascal en la lucha de los obreros del metal en 2021: recrimin al Gobierno que se sacara una tanqueta del Ejrcito para supervisar las huelgas en Cdiz. “Las imgenes retratan la traicin de la izquierda a los trabajadores”, denunci el lder de Vox, mostrando as simpata por su causa.
Sin embargo, este tipo de pronunciamientos llegan a cuentagotas, mientras que abundan los que van en direccin contraria a las consignas del proletariado. Vox se opone a elevar los impuestos a los ricos -lo que aumentara la progresividad- y, aunque critica el “saqueo fiscal a los trabajadores”, en su discurso acostumbra a dar ms peso a los empresarios, abanderando sus reproches por los elevados costes laborales. El partido rechaza la reforma laboral pactada con patronal y sindicatos -que, entre otras cosas, combate la contratacin temporal- y, ante subidas del Salario Mnimo, siempre exige que estas vayan aparejadas de bonificaciones a las empresas. Se aleja as de las reivindicaciones tradicionales de la clase obrera, en la que no consigue calar.
S lo logran, por el contrario, otros lderes de extrema derecha del continente con los que Vox comparte discurso. Con un matiz: mientras los de Abascal se distancian completamente de los sindicatos mayoritarios, Giorgia Meloni y Marine Le Pen, entre otros dirigentes, apuestan por el acercamiento. Lo hizo la italiana cuando, en marzo de 2023 -siendo ya primera ministra-, intervino en el congreso del sindicato mayoritario de la izquierda, CGIL. Un gesto simblico, pero con el que Meloni evidenci que tambin quiere entrar en el terreno del votante obrero. De igual manera, Le Pen ha mostrado simpata por la causa de los chalecos amarillos con varios guios en los ltimos aos. Adems, en 2019, la dirigente francesa organiz un acto de su partido en la Mutualit, un edificio parisino que acostumbra a albergar actos de la izquierda -por l han pasado desde Simone de Beauvoir hasta Felipe Gonzlez-. Abascal, por el contrario, critica a Alberto Nez Feijo cada vez que este se rene con representantes sindicales.
El lder de Vox no est dispuesto a seguir el paso que marcan sus “aliadas” Meloni y Le Pen y por ello sigue apostando por Solidaridad como su baza para llegar a los trabajadores. Sin embargo, el alcance de este sindicato, ms de cuatro aos despus de fundarse, es muy limitado. Segn datos facilitados por la organizacin, esta suma a da de hoy unos 400 delegados sindicales por toda Espaa, cuando en total hay ms de 295.000. En trminos de afiliacin, la cosa no mejora: 15.000 a Solidaridad, mientras que CCOO y UGT se sitan alrededor del milln. Otros sindicatos ms pequeos como CSIF y USO aglutinan 245.000 y 137.000 afiliados, respectivamente. Aun as, Abascal mantiene su confianza en su propio sindicato, que este sbado pretende relanzar con un acto pblico que protagonizarn dirigentes de Vox.