El Gobierno asume la falta de plazas en la universidad pública sin dar soluciones: “Hay familias que tienen que pedir un préstamo para hijos con notas buenísimas”
Sofía Quick, de 17 años, quiere estudiar Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Carlos III, pero ayer explicaba, antes de hacer la Selectividad, que piden «una nota altísima, un 11,4» y que con su media de 8,13 en Bachillerato no sabía si iba a poder entrar. Esta alumna del colegio Hélade de Boadilla del Monte (Madrid) iba decidida a «intentar sacar un 8, un 9 o un 10 en las pruebas», pero no lo tenía fácil. Si no lo consigue, ¿irá a una universidad privada? «No es plan para mis padres, además tengo una hermana», respondía. Su amiga Marina Álvarez, que quiere estudiar Derecho, ya asume que tendrá que ir a un campus de pago porque no le da: tiene un 7 de media.
El Gobierno asumió ayer el problema de la falta de plazas en las universidades públicas, que ha disparado las notas de corte e impide el acceso a miles de alumnos de notable: chicos y chicas que se han esforzado pero que, aun así, ven «imposible» entrar en las carreras que quieren cursar. «Ya hay familias que tienen que pedir un préstamo bancario para que su hijo o su hija, con notas de Selectividad buenísimas, estudie una carrera universitaria», dijo la ministra de Ciencia y Universidades, Diana Morant, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.
Podría haber aprovechado para anunciar un plan de choque nacional que refuerce aquellas carreras donde el mercado laboral tiene puestas sus expectativas. Pero, más allá de culpar a las CCAA, no ofreció soluciones: «No se trata de que has tenido malas notas, se trata de que no se está ofertando suficiente matrícula por parte de la universidad pública, y esto se debe a la infrafinanciación de las universidades. Hablamos mucho de la señora Ayuso y de lo que ocurre en Madrid, pero es que el caso de Ayuso y del modelo de infrafinanciación se está expandiendo», expresó.
El Gobierno prepara un real decreto para poner freno a las universidades privadas, pero no aborda el origen del problema: es la imposibilidad de entrar en las universidades públicas la que aboca a muchas familias a los campus privados, a su pesar. El Gobierno tampoco se ha esforzado mucho al «homogeneizar» la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), como prometió hacer, pues los criterios establecidos en su real decreto 535/2024 son «mínimos».
«Nos quitan las plazas porque viene gente que hace unos exámenes más fáciles», denunciaba ayer Sofía Quick. Ella, sus amigas y una buena parte de los bachilleres que hicieron ayer la PAU en la Universidad Complutense de Madrid, lo tenían claro: «El examen debería ser igual en toda España».
Tampoco ayuda mucho la postura del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, que, tras el intento fallido por consensuar una prueba «común», sólo acertó a celebrar que la Selectividad sea «el mismo día» en sus CCAA. «Es un avance en materia de igualdad», proclamó, obviando que ni siquiera han podido consensuar los criterios ortográficos. Prueba de ello es que Alfonso Fernández Mañueco, presidente de Castilla y León, tuvo que volver a pedir «una prueba homogénea».