Contra las cuerdas | Espaa
Ante el prximo revs parlamentario que sufra Pedro Snchez todava habr alguien tentado a titular que “est contra las cuerdas”. Debera prohibirse. El presidente del Gobierno puede estar un rato en esa posicin en la que los boxeadores tratan de cubrirse de una tunda de palos de su rival. De hecho, es como se victimiza. Sin embargo, cuando considera que ya ha recibido lo suficiente, detiene el combate, desmonta las cuerdas y las pone en otro lado, generalmente en las espaldas de Alberto Nez Feijo. Entonces comienza a golpear l.
El presidente est construyendo a su gusto un ecosistema poltico en el que ejerce a la vez de sistema y antisistema, de vctima y de victimario, de rbitro y de delantero centro. Es el resultado de desfigurar tanto las normas que stas pierden su sentido original hasta que se olvida.
La reciente negociacin y pacto del decreto mnibus es el ltimo ejemplo de ello. El decreto ley es una frmula legislativa prevista para articular respuestas a sucesos extraordinarios, como catstrofes naturales. En ningn caso para la actividad habitual. Menos sentido tiene an acumular en l medidas sin conexin, como la revalorizacin de las pensiones o la cesin de una casa en Pars al PNV, salvo que lo que se quiera es enmascarar una situacin de ingobernabilidad ordinaria por la insuficiencia de apoyos. Pero es que con Snchez todo es excepcional, porque es a partir de declarar una situacin de excepcionalidad permanente como justifica sus acciones anmalas para sostenerse en el poder.
En medio del caso balos, el Gobierno que arranc en 2018 con una mocin de censura por la emergencia contra la corrupcin del PP acaba de declarar la alerta contra la “coalicin negacionista del PP y Vox”. La llegada a la Casa Blanca de Trump, aliado de Abascal, facilita la asuncin de ese marco.
Con el lder estadounidense, cada maana nos despertamos con una declaracin de las que hielan la sangre. Entramos en una fase de apoteosis de la excepcionalidad. Pero si l no existiese, el Gobierno declarara la necesidad de protegerse ante cualquier otra amenaza extraordinaria para ocultar que lo nico extraordinario es que gobierna un partido que perdi las elecciones.
Adems, las cosas no suceden porque s, de un da para otro. Desde que el juez del Tribunal Supremo ngel Hurtado asumi la investigacin del fiscal general del Estado se ha visto sometido a una campaa de descrdito por parte del Gobierno y sus rganos de propaganda tan consistente como el fin que persigue: el desbrozamiento del camino al Constitucional para que aborte la instruccin por supuestas vulneraciones de derechos fundamentales.
Al fin y al cabo, cuando lvaro Garca Ortiz deslegitim la autoridad del juez del Supremo al acusarle de adoptar decisiones “predeterminadas” slo imitaba a su jefe Snchez. Era a la vez el sistema y antisistema, una vctima con ardides de pcaro.
Mientras esto sucede, las miradas se han vuelto contra Feijo, atrapado en la bsqueda de los consensos. Un lder que combate las batallas del siglo XXI con armas del siglo XX. El Arkanoid contra ChatGPT. Alguien que an se escandaliza de que no se cumplan las normas, cuando es lo ms cool.