Coln, el Maidn contra Snchez
balos fue el antepenltimo ministro de Transportes. El actual es Puente. Ni uno ni otro asumieron como primera funcin de su cargo gestionar sus ministerios. balos mont una red criminal -segn los cargos que le imputa el Supremo- y agencia de colocacin de sus queridas jvenes [si aceptamos que Snchez prescindi de l cuando lo supo, hemos de suponer que lo saba cuando lo incluy en las listas en 2023]. Puente fue el azote de Feijo en la investidura fallida del lder popular y se dedica al posteo y sealamiento de periodistas en redes: es un jefe de brigada [en honor y deshonor de Puente ha de constar que balos no es otra cosa, pero l, inteligente y conversador, podra haberlo sido sin Snchez].
Espaa no funciona como nos venden y los trenes son el ejemplo ms claro. Faltan infraestructuras porque no estamos tan boyantes; y como tampoco hay ni habr Presupuestos seguiremos al tran-tran con las inversiones. La antipoltica tiene consecuencias. Tardan tiempo en manifestarse a los ciudadanos mediante la ineficiencia o caresta de servicios pblicos. De hecho, cuando lo hacen, suele ser tarde; las instituciones ya han sido corrodas y neutralizadas.
El victimismo gubernamental -de raz mesinica- constituye una muestra de disfuncionalidad democrtica, narcotizacin social y fanatismo. El recurrente caos ferroviario y el inslito apagn no fueron sucesos fortuitos. Son expresin de esas consecuencias. La maniobra de impulsar una consulta pblica -popular- sobre la OPA del BBVA al Sabadell ha de situarse en el mismo plano que el nombramiento de Puente: son cortafuegos de Snchez, que torna todo lo que acontece en un divisivo plebiscito sobre su persona.
Entretanto, la derecha se sume en la melancola y corre el riesgo de incurrir en el decaimiento y desistimiento. Tiene ansia, su momento no llega y adems teme que no llegue. Para evitarlo y proporcionarle un chute de entusiasmo, distintas asociaciones convocaron ayer una protesta solicitando elecciones. Un brindis al sol. El antisanchismo no tumbar a Snchez con banderolas en la calle. La derecha siempre espera su turno paciente a pie de urna. La espera desespera.
Buena parte de las clases medias se siente incmoda y perdida movilizndose. Es una situacin embarazosa e inusual. Algunas asociaciones, como los valientes de S’ha Acabat!, saben que la presencia pblica constante es la nica va de supervivencia. Las movilizaciones sin expectativas tienen un peligro: o se convocan ante una situacin inasumible o se sostienen en el tiempo con otra amenaza aadida, que pierdan pulso.
La sociedad y los partidos de derecha se movilizaron varias veces contra la autoamnista. Salieron de su apata en un momento decisivo: la quiebra de la seguridad jurdica. Estamos llamando “mutacin” a la vulneracin constante y progresiva del espritu de la Constitucin, las leyes y la convivencia. Hace unos das, el profesor Betancor describi el proceso de degradacin democrtica en una excelente tribuna publicada aqu, titulada ‘Estado de excepcin permanente’: la mutacin es realmente inconstitucionalidad, argumentaba. Varias organizaciones constitucionales lanzaron ayer a la gente a la calle por menos razones de las que acumularn maana. Coln es el Maidn espaol contra Snchez y la corrupcin.