Búsqueda, al fin, con un equipo en exclusiva, de Francisca Cadenas: “Quien hizo desaparecer a mi madre estaba muy cerca de ella”


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La desaparición de Francisca Cadenas (59 años) fue súbita, casi inexplicable. Se esfumó a apenas 50 metros de su casa la noche del 9 de mayo de 2017. Salió con la intención de volver en pocos minutos. De ahí que dejara la puerta abierta, su teléfono dentro y lanzara al aire una frase a su hijo pequeño, que en ese momento tenía 22 años: “No te hagas la cena. Cuando vuelva, te la hago yo”. Pero Francis, como la conocían todos en Hornachos (Badajoz), no regresó. Siete años después, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil tiene el caso abierto en canal tras ponerse a los mandos el pasado noviembre.

La unidad de élite del Instituto Armado se une a la Policía Judicial de Badajoz que, en este tiempo, no ha hallado respuestas. La familia de Francisca reclamó desde el principio la intervención de la UCO. Y tiene un compromiso por parte del grupo: trabajo exclusivo. “Nos dijeron que van a estar las 24 horas del día, los siete días de la semana, única y exclusivamente trabajando en la desaparición de nuestra madre”, revela en conversación con EL MUNDO José Antonio Meneses, uno de los hijos de Francisca. “Nos pidieron paciencia y confianza“, remata.

El mismo equipo que esclareció el caso de Manuela Chavero en Monesterio (Badajoz) está manos a la obra para intentar aclarar el paradero de Cadenas. Esta unidad logró atar los cabos sobre Chavero, que desapareció en 2016 y cuyo cadáver fue localizado en 2020, tras desenmascarar al sospechoso, un vecino. Como ahora, la víctima se había esfumado en cuestión de metros.

Francisca se ausentó alrededor de las 23.00 horas del 9 de mayo de 2017 después de acompañar al coche a Antonio y Adelaida, una pareja amiga, y a la niña de ambos, a la que había estado cuidando. La mujer se quedaba muchas veces al cargo de la pequeña, “a la que quería como a una nieta”, y la relación con sus padres era buena. Él era un guardia civil destinado en el pueblo. La última persona que vio a Francisca Cadenas de regreso a casa por el callejón fue Carlos Guzmán, un joven que tenía 34 años en el momento de la desaparición. Temporero, de paso por el pueblo, tenía antecedentes por violencia. La Guardia Civil interrogó a la pareja y a Guzmán, pero quedaron descartados como sospechosos. Carlos Guzmán tenía coartada: había estado en el pueblo, en un bar, con varios vecinos. Y a partir de ahí, el silencio. La Policía Judicial de la Comandancia de Badajoz continuaba investigando, aunque compaginando el caso con otros de la provincia. El asunto quedó integrado en el único juzgado de instrucción de Villafranca de los Barros, un órgano judicial mixto, que tuvo que archivar la causa en 2019 ante la falta de avances. Ahora la ha reabierto.

La familia de Francisca Cadenas siempre cuestionó las primeras horas de la investigación y pidió la intervención de la UCO para esclarecer el caso. Esa solicitud fue atendida el pasado noviembre. Los agentes se reunieron con la familia. “Se comprometieron totalmente. Nos prometieron trabajo y nosotros estamos esperanzados”, señala José Antonio. Él y su familia lo tienen claro: “La persona que está detrás de la desaparición conocía a mi madre o estaba muy cerca de ella”.

La entrada de la UCO en esta investigación coincide también con el cambio de abogada por parte de la familia. La letrada Verónica Guerrero, que ya acompañó a la familia de Manuela Chavero, es ahora la que representará a los familiares de Francisca Cadenas. El marido y los hijos de Francis han habilitado un teléfono al que se podrá telefonear para aportar cualquier dato que pueda ayudar a resolver el caso. El número que cumplirá esta función es el 661 90 98 06.

“Quedará totalmente garantizado el anonimato, lo importante es que se pueda obtener información que ayude a poner luz a este caso”, indica Verónica Guerrero. “Tanto la familia como yo estamos muy tranquilos, porque el grupo que está trabajando es el mejor que podemos tener. Estamos esperanzados en que el caso puede tener una pronta resolución. La confianza en la UCO es absoluta”, añade la letrada.

Hasta este momento, ha faltado el eslabón que conectara los últimos movimientos de Francisca con su desaparición. Para su hijo, los contornos del asunto presentan muchas grietas. “Algo que no cuadra es que si mi madre se cruza con Carlos Guzmán, mi madre debería haber llegado a casa, porque quedaban 15 metros hasta nuestro domicilio”, dice. Tampoco pierde de vista que las tres últimas personas que la vieron ya no viven en Hornachos. “Hay un denominador común en todos ellos: ninguno de ellos vive en el pueblo. Es decir, Antonio, Adelaida y Carlos Guzmán, ninguno está ya aquí. Ellos no tienen nada que ver, pero es llamativo”. Tampoco entiende que ninguna persona haya dado detalles a los investigadores en estos siete años de desaparición. “Por la hora y por el recorrido es casi imposible que nadie viera o escuchara nada, por poco que fuera”. Y repite: “La persona que hizo desaparecer a mi madre tiene que estar muy cerca”.





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