10 millones contra la trinchera


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A sus 72 aos, Aznar sigue siendo para el PP lo que Felipe dej de ser para el PSOE: su referente carismtico. Mantiene su estilo absolutamente particular de hablar poco y con pausas, pero con contundencia de divisin Panzer, y su participacin en el XXI Congreso del PP cumpli su cometido, que era encender al partido y colocar el mensaje: Hay que concentrar en nuestras siglas una mayora nacional ancha a derecha e izquierda.

En otro congreso con sabor a victoria, celebrado un enero de 1996 en vsperas de elecciones, Luca Mndez describa a Aznar como un dirigente tmido, introvertido, paciente, constante y terco, y lo opona a un Felipe pasional, encantador de serpientes, carismtico y embriagado de poder. Saque usted sus propios paralelismos con la situacin actual. Este XXI Congreso, como aquel, se ha diseado para iniciar una larga campaa electoral, frente a un Gobierno socialista hundido en la corrupcin y con el reto de ensanchar el partido. Pero la diferencia en esta ocasin es que no hay slo que ganar el centro, lema de aquel cnclave de 1996, sino trabajar a derecha e izquierda.

En efecto, la misin de Aznar tena una sola direccin y era la de alejar a su partido de sombras franquistas. Quitar votos de la clase media urbana al PSOE, absorber lo que quedaba del CDS -en 1993 an haba tenido casi medio milln de votos- y reunir a multitud de partidos regionalistas conservadores (UPN, Uni Valenciana, Unin Alavesa, el PAR…).

Ahora, Feijo tiene a Vox con tres millones de votos y en ascenso y ayer sell un compromiso con la ciudadana: no gobernar en coalicin con Abascal. Eso le obliga, claro, a doblar esfuerzos, que fue el llamamiento que hizo a su partido. Hay una estrategia proclamada de dirigirse al centro y en ningn otro sitio hay que apuntar frases como la de no venimos a aplicar un sectarismo de distinto color (Aznar) o la de no podemos hacer otro sanchismo con el logo del PP (Rajoy). Pero hay tambin en el discurso de ayer de Feijo, que cit a Vox con todas sus letras, cosas que apuntan a un PP que no va a rehuir debates del presente, guerras culturales ni batallas ideolgicas. Cosas como que la escuela debe formar a ciudadanos libres y no a generaciones domesticadas, como que es posible el empoderamiento femenino sin convertir a los hombres en un enemigo, como que Espaa no puede ser un pas sin nios o como que tiene que merecer la pena trabajar.

Los 10 millones de votos que se propone alcanzar, nunca vistos en dcada y media, es querer que el PP vuelva a ser el partido que fue, y aunque pertenezca a la retrica, es algo que lo pone en una rbita opuesta al PSOE, cuyos votantes reciben el mensaje de resistir en la trinchera para ver si se puede seguir en una coalicin de una quincena de partidos. Nadie hablar de ensanchar en Ferraz.

El PP tiene una oportunidad en el voto femenino y un reto en el de los jvenes, y tiene ante todo el desafo de representar a la mayora social. Acoger a un votante desamparado, que no vive hiperideologizado y que aspira a que los polticos no roben, no les machaquen a impuestos, cuiden las instituciones y solucionen algn problema de vez en cuando.

Los populares han ocupado el poder dos veces y lo han perdido de forma traumtica en ambas ocasiones. Ayer salieron de su congreso dispuestos a aprovechar esta nueva oportunidad. Snchez ha sido una disrupcin en la democracia espaola y afronta una decadencia sin precedentes. Ser una alternativa que merezca la pena es el trabajo que tienen Feijo y el PP. A derecha y a izquierda.





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